La muestra Gisèle Freund y su cámara, la cual invita a conocer los estrechos lazos que la fotógrafa y socióloga mantuvo con México, se exhibirá del 25 de abril al 2 de agosto en el Museo de Arte Moderno (MAM).
Esta exposición, la segunda individual en nuestro país de esta artista (Fotografías de Gisèle Freund se presentó en 1994 en el Museo del Palacio de Bellas Artes), está integrada por 120 fotografías, de las cuales 73 proceden del Institut Mémoires de l’édition contemporaine (IMEC), Francia, institución que conserva los archivos de la creadora; 32 del MAM y el resto de colecciones particulares.
Gisèle Freund (1908-2000), fotógrafa autodidacta, se cuenta entre los retratistas y reporteros preponderantes de su tiempo. Tuvo una vida longeva, cuya principal vicisitud fue el destierro, de Alemania a Francia y Argentina, pasando por el Reino Unido, Canadá y México. Tomó partido por el periodismo crítico y confirió una disciplina moral a su vocación: fue protagonista y teórica a la vez.
Nació en el seno de una familia judía de la burguesía berlinesa. Su padre, coleccionista de arte, le regaló su primera cámara Leica, que estrenó al registrar la crisis de la República de Weimar, aquel periodo de hiperinflación, desempleo y enfrentamientos entre conservadores y socialistas que allanaron el camino al triunfo de Hitler.
Estudió sociología en la Universidad de Frankfurt, lo que la incitó a apasionarse por el fotorreportaje. Realizó en total 80 series destinadas a una amplia difusión en la prensa internacional. Documentó en 1935 el Primer Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, que reunió en París, bajo la iniciativa de Henri Barbusse y Louis Aragon, a intelectuales como Malraux, Huxley, Pasternak, Ehrenburg, Regler y Nizan, alarmados por el ascenso del fascismo en Europa.
El encanto de la obra de Gisèle Freund radica en la delicadeza de su factura y en su dimensión literaria. Se le considera la mejor cronista visual de la vanguardia parisina de los años treinta, por sus retratos de James Joyce, Walter Benjamin, Virginia Woolf, Jean Cocteau, Simone de Beauvoir y Henri Matisse que sorprendieron por el uso del color, pues aplicó por primera vez las entonces nuevas películas Agfacolor y Kodachrome en el retrato artístico.
Lo que se sabe menos es que viajó varias veces a México: en 1948 la primera y en 1950 la segunda (dos meses que se extendieron a un par de años), ambas ocasiones gracias a Alfonso Reyes; la tercera en 1964, durante la visita oficial del presidente De Gaulle, y la cuarta en 1978, para participar en el Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía.
Gisèle Freund y su cámara consta de ocho núcleos: Reportajes en el contexto de la preguerra, Pionera del color, Camino a México, Estancias en México, Las exposiciones de arte mexicano en París. De vuelta a Europa: la consolidación como retratista, Freund escritora: socióloga e historiadora de la fotografía y Los coloquios latinoamericanos de Fotografía.
El núcleo Estancias en México, el más nutrido y con mayor número de piezas inéditas, aborda cuatro temas: el pasado prehispánico, fotografía documental sobre el campo y la ciudad, en la intimidad de Diego y Frida, y retratos de artistas e intelectuales mexicanos.
Esta exposición invita al público a descubrir una extraordinaria figura aún desconocida en nuestro país. Abruma constatar que, incluso en el gremio fotográfico, se ignoren los numerosos vínculos de Freund con México y América Latina. En 1941, la intelectual Victoria Ocampo la invitó a pasar una temporada en Argentina, a donde regresó en 1950 para registrar a Evita Perón hasta en su vestidor, lo que resultó en un reportaje demoledor que causó escándalo.
Luego, no cesaron las idas y vueltas a Santiago de Chile (1944) y a la Ciudad de México. Las tomas que allí realizó datan de 1948 a 1953, y otras más de los años setenta. Paradójicamente, estas obras son las menos difundidas en las retrospectivas que instituciones europeas han dedicado a su legado, de modo que esta exposición brinda una inmejorable oportunidad de comenzar a explorar una etapa poco estudiada de su trayectoria.
México fue, entre todos los países del nuevo continente que visitó, aquel donde más activó su cámara y del que hablaba con mayor entusiasmo y añoranza. Se han localizado archivos que consignan las huellas de su paso por nuestras tierras y su relación con personalidades mexicanas, cercana en el caso de Alfonso Reyes, Diego Rivera, Frida Kahlo y Fernando Gamboa.
No hay carta que le dirigiera a Reyes en la que no externara su deseo frustrado de estar en México: “La verdad es que me siento debatida entre la dulzura de vivir en Francia y la grandeza amarga y misteriosa del mundo mexicano. Pero lo que me atrae ante todo en México son los numerosos amigos, su cálida amistad, la fraternidad y la comprensión que siempre experimenté entre ustedes y que me lleva irresistiblemente a regresar”.
Gisèle Freund, gracias a esta iniciativa del MAM, vuelve a México tras más de dos décadas de ausencia. Indispensables para acercarse al semillero de las vanguardias literarias y plásticas, sus retratos son un puente hacia su reflexión teórica (su famoso tratado de 1974 La fotografía como documento social versa sobre la expansión de la fotografía y su consumo desde la era industrial hasta la de McLuhan). En cuanto a las aportaciones derivadas de sus experiencias mexicanas, concurrieron en la valoración estética de nuestra cultura antigua y moderna en Europa y Estados Unidos.
El MAM no solo evoca su periodo europeo, sino que analiza por primera vez sus estrechos vínculos con nuestro país, y amplía la interpretación de su obra al mostrar las afinidades que compartió con fotógrafos que produjeron en México durante el mismo periodo, como Henri Cartier-Bresson, Manuel y Lola Álvarez Bravo, Kati Horna, Emilio Amero, Armando Salas Portugal, Héctor García, Luis Márquez y Nacho López, entre otros, representados en el acervo del MAM.
Asimismo, se recrea parte de la exposición que acompañó al Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía –el cual fue documentado por Freund–, con obras de época de Yolanda Andrade, Lázaro Blanco, Armando Cristeto, Rafael Doniz, Lourdes Grobet, Graciela Iturbide, Carlos Jurado, Pedro Meyer, Pablo Ortiz Monasterio y Mariana Yampolsky que pertenecen a la colección del MAM.
Gisèle Freund y su cámara fue curada por Sylvia Navarrete, directora del MAM; Iñaki Herranz, curador del MAM, y Samuel Villela, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, como curador invitado. Ha sido posible gracias a la Embajada de Francia en México, que la acogió con entusiasmo en su programa Mano a mano. Miradas fotográficas cruzadas. Francia-México, y a las instituciones públicas y privadas que facilitaron parte de sus acervos para materializarla.
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